martes, 25 de septiembre de 2012

Gallos y gallinas

De vez en cuando, y más a menudo que de forma esporádica, reflexiono y analizo aquellas singularidades de nuestro tiempo. Aquellas con las que me cruzo a diario y forman mi realidad más inmediata y cercana. La que toca esta vez está de rabiosa actualidad y... ¡Maldita la hora!

Desde que el mundo (no tan mundo) ya no es tan puro y los seres humanos son más idiotas tras el advenimiento de las marcas y las tendencias de moda (establecidas por cuatro soplanucas y una comerrajas reprimida), aquellos seres ("individuos" en este caso se me antoja como piropo) de la sociedad rebosantes de inquietud por enseñarle al universo lo fantabulosos que son y, al mismo tiempo, ser la envidia y admiración de su barrio (ahora comúnmente conocido como facebook), se han convertido en la peor de las plagas. Lo han conseguido hasta tal punto que hieden tanto... ¡tanto!, que ya no son capaces de oler la mierda bajo su nariz. Para más inri, aquellos que sí podemos oler los aromas de la sensatez y el sentido común, somos sometidos a un apartheid banal y gaseados en los campos de concentración de sus confinadas mentes.

¡Valientes imbéciles!

Lo más curioso de todo es que ellos mismos se han confeccionado su propio "pijama de rallas". ¿Habéis adivinado ya a quién me estoy refiriendo? ¡Exacto!

Los hipsters (lástima lo que puede llegar a degenerar un término de aquellos maravillosos años 40 relacionado con el Jazz), o "modernos de medio pelo" como deberían llamarse en realidad, no son más que un atajo de imbéciles  pseudopudientes, ebrios de estupidez, a los que les han hecho engullir y meterse por el culo la dosis suficiente de mal gusto e inmunidad para no salir huyendo tras verse frente al espejo. Todo un favor global y humanitario que podrían hacernos sería quitarse de en medio al contemplarse ante semejante combinación aberrante de complementos (mal)rescatados de la edad de piedra, una pose tomada de cualquier revista de baja "prensa", una carencia total y absoluta de personalidad, encumbrada y rematada por una actitud tan EXCLUYENTE y CLASISTA que los partidos de extrema derecha, e incluso el propio Adolfo Hitler, parecen unos monjes tibetanos.

¿Por qué lucen y visten así? 

-Muy fácil. Para que, al igual que nuestros padres hicieron con nuestros abuelos, el día de mañana sus hijos puedan mirarles a los ojos con una mirada entre incrédula y atónita, a la vez que les señalen con el dedo, y se rían de ellos a mandíbula desen-car-cajada.

¡Vamos a echar este mundo a perder por unos cuantos! Y como no aparezcan pronto los cuatro jinetes que presagia el libro de las revelaciones o se estrelle pronto el tan merecido (hacemos esfuerzos diarios en todas partes del mundo para que la injusticia siga creciendo) y necesario meteorito que evapore al ser humano de la faz de la tierra, vamos a tener que seguir aguantando a todos estos cíclopes visionarios del país de los ciegos. 

¡Un pico y una pala es lo que necesita esta clase de gente! O bien para cavar un hoyo y enterrarse, como favor a la humanidad y por respeto a Darwin, o para que aprendan lo que es trabajar y ganarse la vida sin vivir del cuento y la estulticia. Otro gallo cantaría...


"Timadores que confunden a la mayoría del mundo,
pues su truco es evitar que veamos lo que nos esconden,
la verdad está en sus mangas, la razón quién sabe donde,
si en esta tierra nacieran más maestros y menos condes
".


No es malo ser ciego. Lo peor es no querer ver.


J@mm.